domingo, septiembre 10, 2006

El cigarrillo


Tanto tiempo encerrado y por fin se abre la puerta que deja que me asome
y pueda disfrutar de la libertad que necesito.
Al principio voy saliendo
poco a poco (tímidamente) pero después muestro toda mi longitud
cuando noto el roce de tus dedos como me recorren de arriba a abajo
y paso a sentir calor que me recorre como una llamarada, luego siento
que tus labios me humedecen y me imagino recorriéndote por dentro
de tu ser, tocando cada célula de tu organismo, noto como me necesitas
y el calor sigue subiendo. Compruebo que la punta va desapareciendo
con cada respiración rítmica y como el aroma que me caracteriza inunda
el ambiente, rozando cada partícula que encuentra a su paso, fundiéndose
con el vapor que despide tu organismo, el calor es constante y se aprecia
como a cada segundo voy desapareciendo y ocultándome.
También soy consciente de cómo me saboreas y pasas de humedecerme a
chuparme e incluso solo a veces, noto tu lengua o tus dientes jugar
viciosamente, pero me encanta y no quiero que termine. Me vuelven loco
los golpecitos con los que me acaricias, hacen que me desprenda de cargas
que ahora no necesito, solo quiero ser tuyo y solo tuyo. Me recorren
escalofríos, a pesar del calor que me envuelve, cuando me miras fijamente,
imaginándome los pensamientos más oscuros y perversos que tienes
en estos momentos de placer. Sé que terminara pronto y lo noto por
que incrementas el ritmo respiratorio y el calor se incrementa en
algunos grados ya no queda casi nada visible casi todo esta oculto,
y sin embargo espero hasta las últimos chupadas para completar mi gozo,
siento que has terminado y estas saciada de mis emanaciones,
no se puede pedir mas, es lo máximo, sin embargo ya que te he dado
tanto se como terminare y es de eso de lo que me quejo.
Aplastado contra el fondo de un cenicero
o pisoteado en el frío suelo de la calle.
No es justo, pero sé que me sigues necesitando.
(Fumar provoca cáncer)

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