lunes, noviembre 21, 2011

Dejame que te cuente ...de un cartero .

Dejame que te cuente ...
De un cartero .


















Ese hombre que llega a casa con buenas y malas noticias. Ese que traía las cartas de amor de nuestros padres, aún todavía me trajo a mi en lo personal misivas entrañables. Antes, el icono de la comunicación ,hoy quizá ya no lo sea tanto ... El cartero de mi historia cargaba aquella vieja bolsa de mi recuerdos ,de cuero cafe repleta de cartas en su hombro cansado . Su nombre: Manuel de Jesús . El sonreía cuando llegaba a una vecindad, pues solo le faltaba saber
el contenido de las cartas ; mismo que adivinaba ; en el numero 34 la vivienda de las Gomez llegaban usualmente dos cartas una para Lupita, la otra para Chole. En el número 15 vivía Don Paco quien al oir los pasos del cartero, salía apresurado a preguntar si había algo para el . Siempre que aparecia el humilde mensajero se estremecia todo el vecindario y se sucedian comentarios :

Que si Lupita había recibido noticias del novio que estaba en Morelia, que si Chole aún se carteaba con el catrin que vino de la capital hace dos años , de visita con los López . Que si Doña Juanita había recibido dinero de su hijo Tobias que andaba de bracero. Don Pedro que tiene una hija en España , vela la llegada de sus cartas, ufanandose de recibir correo desde "las europas". Que la revista de modas que recibian las engreídas del 16 y así ...la llegada de Manuel de Jesús era todo un acontecimiento en aquella vecindad, que era un pequeño mundo. La conformaban como 50 viviendas o tal vez más . En medio del gran patio central y formando un circulo se encontraban los lavaderos , la posición de los mismos era más que idónea ;para fomentar la charla entre vecinas que lavaban al mismo tiempo la ropa y al projimo.

Una antigua escalera de piedra con tosco barandal de fierro, conducia a las viviendas del segundo piso que eran más pequeñas que las de abajo , pero a ellas les daba el sol y se habian defendido de la humedad. Desde los viejos corredores de baldosas se veían los tendederos de la azotea mostrando impúdicos los humildes ropajes que se secaban al sol y se mecian con el viento; que gustaba de jugar con ellos. A la entrada, a mano derecha estaba la portera Doña Agripina, mujer corpulenta de
exhuberante bozo bajo una nariz aguileña . De mirada enérgica y amable a la vez, y que era el martirio de su marido Don Refugio; un viejecito simpático y perezoso que gustaba de leer un libro al atardecer y que abusaba de la vigilia aprovechando la noche para pasear y tomar un trago por ahi. "Don Cuquito" le llamaba el vecindario, el sustentaba la teoría que la luz del sol hacía daño a sus ojos , por eso no podía dar su vuelta durante el día, razón por lo que dormía toda la mañana .

Nuestra historia se forja uno de los primeros días de Enero de hace mucho, mucho tiempo. La vecindad aún luce los ornamentos de Navidad ,algunos farolitos cubiertos de heno cuelgan de los barandales, y cadenas de papel de china de colores adornan los corredores. De una vieja alcayata oxidada pende aún el trozo de la última piñata de las posadas. En las baldosas que recorre el paso cansado del cartero la cera de las velitas se aferra a la piedra indiferente. En ese momento sale al encuentro del cartero Luisito el pequeño que vive junto con su madre viuda y enferma en el número 2 . Ha pasado los 8 primeros y unicos años de vida bajo ese miserable techo, hace tres que su padre murió mientras trabajaba en una fábrica y su pobre madre enferma moral y fisicamente , hoy yace en cama esperando
a la muerte y viviendo de la caridad del vecindario; en los que pueden ser sus postreros días. Luisito corre hacia Manuel de Jesús y le dice: " Sr. Cartero ¿ usted puede llevarle una carta a Dios Nuestro Señor?" En el rostro del cartero se dibujó extraña expresión ¿una carta para Dios Luisito? la navidad ya pasó; comentó, como si las palabras del niño le hubiesen causado un impacto extraño.

No, tengo una carta para Dios ...pero no es por lo de Navidad, sólo que no he tenido dinero para echarla al correo. -Mira, dijo el cartero,cuando salió un poco de su estupor, dame esa carta, quizá yo pueda llevarla al correo. El niño corrió y empujando la desvencijada puerta de su vivienda fue en busca de la carta. No tardó en salir con la misiva en la mano y temblando de emoción la entregó jadeante al
cartero, agregando una súplica en su temprana voz: - " No se le vaya a olvidar, por favor señor cartero"

El cartero llegó a su casa a la hora de la cena, luego de lavarse ; se sentó a la mesa con su mujer y sus dos hijos, Roberto de 13 años y Ana Luisa de 16, les contó brevemente de su encuentro con Luisito y sacando la carta de su maltrecho uniforme, abrió el sobre y sus ojos, vagaron por las letras ingenuas de rasgos vacilantes que llenaban el pliego de papel, luego leyó despacio mientras sus hijos escuchaban atentos: "Señor Dios que estas en el cielo, he oído decir a los vecinos que mi mamita está muy enferma. Yo la veo muy triste y llora mucho, ya hace tiempo que no lava , ni plancha . Don Pedro y otras señoras nos traen algo de comer, Doña Juana la del 8 le ha traído unas yerbas que dice son muy buenas para su dolor. Ayer se las di en agua caliente como si fuera un cafe, yo lo probé y sabe muy, muy feo. El hijo de Don Paco que es doctor vino el Domingo y dejó una receta para una medicina que hay que comprar, fui a la botica pero los cinco pesos que me dió el director del colegio porque mi dibujo fue el más bonito, no alcanzaron me dijo el boticario que lo que el doctor mandó es muy bueno pero muy caro, y que con mucha voluntad para que se alivie mi mamacita , puede dejarmela en treinta pesos que es su costo.

Una pistola de agua que me regaló mi padrino antes que se muriera y que me gusta mucho, se la llevé a Gustavo el niño rico de ese coche negro tan bonito y grandote de a dos cuadras , pero me dice que el tiene muchas pistolas mejores que la mía. A Raúl el hijo de Doña Agripina la portera, le gustó mucho pero dice que don Cuquito le rompió su alcancia y se llevo el dinero. No se que hacer Diosito santo; ya vez que en navidad no te pedi nada , porque mi mami dijo que esperara mejor a los Santos Reyes, porque tú tenias mucho trabajo. Ella me dice que debo aceptar que se haga tu voluntad, por eso te escribo para pedirte que me ayudes a comprar esa medicina para que mi mamita se cure, aunque no me traigan nada los santos reyes , al fin que desde que se murió mi papá se olvidaron de mi . Tu no te olvides Señor Jesucristo y por favor me urge tu contestación que yo veo muy malita a mi mamá . Luis POSDATA Te escribo esto muy rápido , te voy a mandar la carta con el cartero que viene todos los días , el ya sabe dónde vivo.

Un profundo silencio prosiguió a la lectura de la carta, Roberto y Ana luisa cruzaron una mirada, mientras la esposa del cartero ahogaba un sollozo que se escapaba de su pecho. No hubo esa noche la acostumbrada sobremesa. El encanto sencillo de la charla cotidiana de esa pobre pero muy feliz familia dejo su turno a una meditación amarga. La carta de Luisito a cada uno le había causado una honda impresión. Roberto y Ana Luisa a la vez , se levantaron y llevaron a su padre sus pocos ahorros con una sonrisa triste, el los abrazo con lagrimas en los ojos y ese día la oración nocturna de la familia , fue si cabe más sentida que nunca .

La neblina de aquella fría mañana de invierno era tan densa que apenas se distinguían los objetos a muy corta distancia. Serían las ocho. Doña Agripina ya estaba barriendo la calle cuando apareció el cartero. - Y ora porqué tan temprano Don Jesús ? - exclamó la exhuberante portera. -Tengo muchas cartas hoy, y quiero acabar temprano- contestó Manuel de Jesús por decir algo. - Ta gueno hombre, ansina me gustan los tempraneros, ojalá ese diablo de Refugio se mirara en su ejemplo - dijo la mujer levantando la voz con la absoluta intención de que escuchara su marido que dormía a pierna suelta arrullado por sus propios ronquidos . El cartero se río y se perdió en el patio rumbo a la escalera de piedra ,buscando la vivienda número 2. Llamó a la puerta y al instante apareció la paliducha cara de Luisito.

Fue tan pronta su aparición, que parecía que estaba esperando tras la puerta la llamada. Manue de Jesús sacó un sobre y lo entregó al chiquillo diciendo: - Luisito, aqui está una carta para ti. El niño la arrebató de las manos del cartero y corriendo hasta el lecho de su madre le gritaba: -Mamá , mamacita, ya me contestó Dios
nuestro Señor... la pobre mujer no entendía una palabra de lo que el niño decía. Atropelladamente Lusito explicó a su madre sobre la carta que había escrito. Abrió el sobre que acababa de entregar el cartero, y los dos, madre e hijo, se quedaron maravillados al ver que dentro estaban los treinta pesos que necesitaban para las medicinas. Dos lágrimas se desprendieron de los ojos marchitos de la enferma, mientras el niño contemplaba el dinero como un milagro. Afuera los pasos familiares del cartero se alejaban.

Dicen ...que durante muchas noches la cena en casa de Manuel de Jesús el cartero, no fue muy abundante. Pero las risas , el amor y la armonía parecían haberse multiplicado.

Padre bueno, enséñanos a dar ...no lo que nos sobra o nos estorba . Sino que compartamos con el hermano aquello que tambien a nosotros nos hace falta , porque en ese "dar" es cuando cumplimos tu anhelo de amar al otro como tú nos amas .

Malusa compartiendo ...

No hay comentarios.: