sábado, julio 09, 2011

Adios amigo

Descansa en paz amigo


La ultima vez que vi a Facundo , expresé que quizá
era  el ultimo concierto de el ; al que yo asistía y así ha sido
Adios Facundo , Dios contigo


Pen­sa­mien­tos:




“ Cada mañana es una buena noti­cia, cada niño que nace es una buena noti­cia, cada hom­bre justo es una buena noti­cia, cada can­tor es una buena noti­cia, por­que cada can­tor, es un sol­dado menos.…“ Cuando me mar­ché de mi casa, niño aún, tenía siete años, mi madre me acom­pañó a la esta­ción, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el pri­mero fue darte la vida y, el segundo, la liber­tad para vivirla.”

“El ahi­jado”

El poeta indio Tagore, que bau­ti­zara “mahatma”, es decir, alma grande, a Ghandi, decía que cuando el hom­bre tra­baja, Dios lo res­peta, más cuando el hom­bre canta Dios lo ama.

Mi madre poco antes de morir, me dijo: muero con­tenta por­que cada vez te pare­ces más a lo que cantas.
Juan Fran­cisco, mi ahi­jado, dice, a sus dos años de edad, que soy artista por­que canto, y que canto para poder com­prarle cho­co­la­tes, que es lo más razo­na­ble que escu­ché sobre mi oficio.



Bor­ges
Cuando le pre­gunté a Bor­ges por­qué no había libros suyos en su biblio­teca, me dijo: por­que sigo teniendo el hábito de la buena lec­tura.
Cuando le pre­gunte qué le había pare­cido Arreola, que aca­baba de visi­tarlo, me dijo: es un ver­da­dero caba­llero, me dejó dos o tres silen­cios.
Cuando le pre­gunté por Cien años de sole­dad, que le habían leído, me dijo: los pri­me­ros cin­cuenta años son memorables…
Al verme asom­brado por su pre­sen­cia en mi con­cierto, Ray Brad­bury me dijo: me asom­bra que se asom­bre de encon­trar un Brad­bury viniendo de un país que tiene un Bor­ges que es asombroso.


La Madre Teresa de Calcuta
Pre­gunté a la Madre Teresa en Cal­cuta: ¿cuándo des­cansa? y me dijo: Des­canso en el amor. Le pre­gunté: ¿cuál es el lugar del hom­bre? y me dijo: Donde sus her­ma­nos lo nece­si­tan. Le dije: nunca la escu­che hablar de polí­tica, y me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la polí­tica, una sola vez me detuve 5 minu­tos a escu­char un poli­tico, y en esos 5 minu­tos se me murió un vie­je­cito en Cal­cuta.
Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sen­tía que Dios recién había salido.
Una señora, impre­sio­nada por verla bañar a un leproso, le dijo: yo no baña­ría a un leproso ni por un millón de dola­res, a lo que Teresa con­testó: Yo tam­poco por­que a un leproso solo se lo puede bañar por amor.

El viejo Tarahu­mara, el cam­pe­sino chino
Pre­gunté a un viejo Tarahu­mara por­qué no usa­ban armas para defen­derse de los cua­tre­ros, y me dijo: Si las armas fue­sen nece­sa­rias, habría­mos nacido con ellas.

Me dijo un cam­pe­sino chino: Si quie­res ser felíz un día embo­rra­chate, si quie­res ser felíz una semana cásate, si quie­res ser felíz toda la vida se jardinero.

El maes­tro Rubinstein
En el Campo di Fiore, en el tras­te­vere romano lo encon­tré, dán­dole miga­jas a las palo­mas. Le pre­gunté: ¿Usted es el que yo creo? y me dijo: Yo soy el que tú quie­ras. Le pre­gunté: ¿Usted es el maes­tro? Y me dijo: No, maes­tro es el que te puso delante de mi y a mi delante de ti. Yo soy Art­hur Rubinstein.

El regalo de la libertad
Cuando me fuí de mi casa, niño aún, mi madre me acom­pañó a la esta­ción, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el pri­mero fue darte la vida, el segundo la liber­tad para vivirla.

La ora­ción dilecta de mi madre decía: Señor, te pido per­dón por mis peca­dos, ante todo por haber pere­gri­nado a tus muchos san­tua­rios, olvi­dando que estás pre­sente en todas par­tes. En segundo lugar, te pido per­dón por haber implo­rado tan­tas veces tu ayuda, olvi­dando que mi bie­nes­tar te preo­cupa más a ti que a mi. Y por último te pido per­dón por estar aquí pidién­dote que me per­do­nes, cuando mi cora­zón sabe que mis peca­dos son per­do­na­dos antes que los cometa, ¡ tanta es tú mise­ri­cor­dia amado Señor!.

La mayo­ría es buena gente
Alguna vez me pre­guntó mi madre: ¿cuándo vas a dejar de pelear para comen­zar a vivir?, ¡por­que no se pue­den hacer las dos cosas a la vez!.
Mi madre creía que que el día del Jui­cio Final el Señor no nos juz­gará uno por uno –ardua tarea– sino el pro­me­dio, y si juzga el pro­me­dio esta­mos sal­va­dos por­que la mayo­ría es buena gente.

El bien es mayo­ría, pero no se nota por­que es silen­cioso –una bomba hace más ruido que una cari­cia, pero por cada bomba que des­truye, hay millo­nes de cari­cias que cons­tru­yen la vida-.
Diría mi madre: Si los malos supie­ran qué buen nego­cio es ser bueno, serían bue­nos aun­que sea por negocio.

2 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


COMPARTIENDO ILUSION
MALUSA

CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...




ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE STAR WARS, CARROS DE FUEGO, MEMORIAS DE AFRICA , CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.

José
Ramón...

Malusa dijo...

Gracias José Ramón , siempre es una alegría ver detenerse a alguien a mi vera , extiendo mi mano hacia la tuya y vere de pasar esas horas rotas en tu aula de paz .

Dios contigo