lunes, enero 24, 2022

A veces pienso en ti mi niña interior

 A veces pienso en ti, mi niña interior. Y quisiera traerte a la superficie y frente a una taza de té, un aromático café, o una copa de vino… intercambiar impresiones tú y yo. Ocasional, te siento rebelde y rabiosa, otras bailas y cantas en armonioso caos. Según reglas establecidas, debo abrazarte y decirte que todo está bien, pero creo que no sería honesto decirte eso. Mejor comparto contigo esos silencios, donde el alma grita y reclama airada, esos momentos plenos de armonía dónde nace cantar y bailar con alegría Compartir nuestras mutuas turbulencias, nuestras carencias de afecto, el amor infinito hacia los nuestros. Las veces que nos hemos sentidos solas e incomprendidas. Nuestra necesidad de abrazos y caricias negados. Los momentos en que dejando a un lado necesidades personales, hemos buscado la unión familiar pese a verla perdida. Aquellas situaciones en que debiste proteger, sabiéndote totalmente desprotegida. Cuando hubo de sacar fortaleza de dónde fuera, no por elección, sino, porque había de dos sopas y una se había terminado.



Si, juntémonos, y charlando… Sonreír ambas por esos momentos felices, pero igual señalar las heridas profundas, que, pese a tiempo y espacio, las cicatrices aún perduran en mí, y quizá en ti. Es por eso que no sé, si solo decirte que todo está bien.
Sé de las muchas piedras en mi zapato, pero igual no han detenido mi andar y ocasional, hasta he extrañado a la más molesta. Tal vez, igual te han lastimado. Y sí, quiero abrazarte, y agradecer que me hayas apoyado en mis batallas. Agradecer ambas, esas ocasiones en que el llanto gano la partida, pero no permitió que el amor dejara de entregarse a manos llenas. Agradezco tu fortaleza y mi sensibilidad, el coadyuvar en mi crecimiento para ser la mujer que soy ahora, porque sin duda, desde ese interinato tuyo, supiste alimentar mi fuerza, mi cabezonería. Y ese sembrado de amor tuyo, me hizo ganar batallas y ser feliz con las cosas simples de la vida: Las puestas de sol, las risas, el sonido del viento, el trinar de las aves, las plantas, las flores, una charla compartida, mi música dilecta. Un café, un tinto en una tarde de lluvia, el abrazo de un amigo, el beso de quien amamos, la compañía. Se necesita poco para ser felices, pero nos encanta complicar las cosas. Ocasional comprendemos a cabalidad que la felicidad proviene de asumir la vida en contentamiento, pero nos rebelamos a aceptar que no todo será como anhelamos. Y es todo eso lo que intento compartir contigo mi niña interna. Que el cotidiano día a día es lo que hace la vida digna de ser vivida. Pero… tal vez lo sabes mejor que yo
Malusa, tu yo exterior

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