Confío hayan pasado el día dedicado a las madres oficialmente. Festejadas, mimadas, felices. Pido a Dios nos bendiga, guíe e ilumine para hacer nuestra tarea de la mejor manera y cobijadas bajo el manto de su divina madre María.
Un día cualquiera, un chiquillo de ojos grandes, que plenos de interrogantes y genuina rebeldía…me dijo bien claro un día: ¿tan solo porque tú lo dices? por un momento… el silencio fue tan absoluto… que temí, no saber qué contestar.Luego a mi mente llegaron; a tropel mil y un consejas antiguas que asumí… eran tan sabias, que sobrepasan al tiempo, a modas, países, culturas. Y le contesté serena que no, que estaba abierta a un dialogo… que, sus razones y las mías eran igual de validas, pero… había un pero… si, solo un pero. ¡Yo era la mamá! Y la lógica dictaba que al haber vivido más,
sabía ya de los peligros que encerraba tal o cual; al menos eso esperaba;
y nada más nocivo creo yo, que permisos otorgados por cansancio.
Es entonces cuando exclamas al silencio de la noche, luego de dura jornada,
“¡Qué difícil es ser madre!” y bendices el recuerdo de otros consejos,
de otros regaños, de reglas y prohibiciones. Asumes comprendiendo al fin… que la factura ha llegado…
Que el desvelo, los afanes, regañinas y castigos, todos, tenían un porqué
que te llevaría indudable…. A este momento preciso.
¡El aprender a ser madre!
Cuando niños no entendemos sus afanes y desvelos.
Nos parecen tan gruñonas al negarnos un permiso,
al querer disciplinarnos… al reiterar cada día
que hay que vivir con valores, y respetar sin dudarlo
lo que los padres indican y eso nos parece impuesto.
A esa edad no aceptamos, que lo único que quieren
es evitar que la vida, nos hiera con sus tropiezos…
que ellos ya saben de cierto… nos han de llegar un día.
Igual que un día le pidió a la vida… el gozar su Abril y mayo
que Agosto… ya llegaría. Y vaya que le llegó a la dulce madre mía.
Le llego Enero, Febrero, y Marzo. Abril y Julio también.
Septiembre, Diciembre demoraron en llegar.
Solo Mayo… Junio, Octubre y Noviembre se le hicieron del rogar.
Renegamos y decimos, que nos hartan sus consejos,
de chiquillos, sonreímos socarrones al escuchar:
“El que no sabe obedecer, nunca aprenderá a mandar”
“Si no aprendes a servir… no aprenderás a vivir”
“Cae más pronto un hablador que un cojo”
“El que roba un huevo… robará un día la gallina”
“Tanto peca el que mata la vaca…” y mil y un más.
Unas no las entendíamos, las otras… nos hacían reír
cuando grandes comprendimos… que eras reglas al vivir
Y que no hay verdad más grande, que aquello que nos decían
“El que no oye consejo… no llega a viejo”
Es que no nos damos cuenta que es en el diario vivir…
donde tajante; va dibujado ese amor, ¡el de una madre!.
En el desayuno diario, hecho con ojos de sueño
y restos de añejo cansancio. Lavaba, bordaba, cosía,
y aun le sobraban ganas de hacer cosas especiales
si uno de aquel puño de hijos por ahí… se lo pedía.
No me cansa el repetir que mi madre nos hacía…
con todo el amor del mundo comidas de gran gourmet;
y nos ponía ante la mesa platillos aderezados con…
el sencillo pero eterno… Amor divino de madre.
Este sábado de mayo y festejando a mi madre… mis hermanas,
Cuñadas, sobrinas, primas y amigas ya madres.
Confieso sinceramente: ¡Vergüenza debiera darme!
Pues… al fechar un solo día, pareciera que queremos limitar
ese amor tan infinito que es el amor de una madre.
Es por eso que reitero, que festejar a la madre un día…
¡Vergüenza debiera darme!
Malusa
Un día cualquiera, un chiquillo de ojos grandes, que plenos de interrogantes y genuina rebeldía…me dijo bien claro un día: ¿tan solo porque tú lo dices? por un momento… el silencio fue tan absoluto… que temí, no saber qué contestar.Luego a mi mente llegaron; a tropel mil y un consejas antiguas que asumí… eran tan sabias, que sobrepasan al tiempo, a modas, países, culturas. Y le contesté serena que no, que estaba abierta a un dialogo… que, sus razones y las mías eran igual de validas, pero… había un pero… si, solo un pero. ¡Yo era la mamá! Y la lógica dictaba que al haber vivido más,
sabía ya de los peligros que encerraba tal o cual; al menos eso esperaba;
y nada más nocivo creo yo, que permisos otorgados por cansancio.
Es entonces cuando exclamas al silencio de la noche, luego de dura jornada,
“¡Qué difícil es ser madre!” y bendices el recuerdo de otros consejos,
de otros regaños, de reglas y prohibiciones. Asumes comprendiendo al fin… que la factura ha llegado…
Que el desvelo, los afanes, regañinas y castigos, todos, tenían un porqué
que te llevaría indudable…. A este momento preciso.
¡El aprender a ser madre!
Cuando niños no entendemos sus afanes y desvelos.
Nos parecen tan gruñonas al negarnos un permiso,
al querer disciplinarnos… al reiterar cada día
que hay que vivir con valores, y respetar sin dudarlo
lo que los padres indican y eso nos parece impuesto.
A esa edad no aceptamos, que lo único que quieren
es evitar que la vida, nos hiera con sus tropiezos…
que ellos ya saben de cierto… nos han de llegar un día.
Igual que un día le pidió a la vida… el gozar su Abril y mayo
que Agosto… ya llegaría. Y vaya que le llegó a la dulce madre mía.
Le llego Enero, Febrero, y Marzo. Abril y Julio también.
Septiembre, Diciembre demoraron en llegar.
Solo Mayo… Junio, Octubre y Noviembre se le hicieron del rogar.
Renegamos y decimos, que nos hartan sus consejos,
de chiquillos, sonreímos socarrones al escuchar:
“El que no sabe obedecer, nunca aprenderá a mandar”
“Si no aprendes a servir… no aprenderás a vivir”
“Cae más pronto un hablador que un cojo”
“El que roba un huevo… robará un día la gallina”
“Tanto peca el que mata la vaca…” y mil y un más.
Unas no las entendíamos, las otras… nos hacían reír
cuando grandes comprendimos… que eras reglas al vivir
Y que no hay verdad más grande, que aquello que nos decían
“El que no oye consejo… no llega a viejo”
Es que no nos damos cuenta que es en el diario vivir…
donde tajante; va dibujado ese amor, ¡el de una madre!.
En el desayuno diario, hecho con ojos de sueño
y restos de añejo cansancio. Lavaba, bordaba, cosía,
y aun le sobraban ganas de hacer cosas especiales
si uno de aquel puño de hijos por ahí… se lo pedía.
No me cansa el repetir que mi madre nos hacía…
con todo el amor del mundo comidas de gran gourmet;
y nos ponía ante la mesa platillos aderezados con…
el sencillo pero eterno… Amor divino de madre.
Este sábado de mayo y festejando a mi madre… mis hermanas,
Cuñadas, sobrinas, primas y amigas ya madres.
Confieso sinceramente: ¡Vergüenza debiera darme!
Pues… al fechar un solo día, pareciera que queremos limitar
ese amor tan infinito que es el amor de una madre.
Es por eso que reitero, que festejar a la madre un día…
¡Vergüenza debiera darme!
Malusa
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