Alguien muy sabio me dijo que la vida se construye. 

Al escucharle, desee con todas mis fuerzas, el haber podido construir una vida mejor . Una vida dónde el respeto y el amor perdurasen , dónde la lealtad fuese incuestionable y la soledad solo fuera... momentos en que requieres estar sola con tus pensamientos y no una premisa constante .
Y el amor... ¡un derecho inalienable!

La vida se hace de momentos, de instantes dónde te entregas al cien considerando hacer lo mejor posible. Pero a veces esto no es suficiente y esa vida que erigiste se colapsa y debes asumir tu responsabilidad en ello y seguir adelante.  No siempre es fácil, es como ese jarrón fuerte de cristal de

bohemia que su peso y estructura lo hacían ver indestructible y un día resbalando por tus manos, se estrella haciéndose añicos. Te impones a la tarea de pegarlo minuciosa y cuidadosamente. Hasta las esquirlas más pequeñas les encuentras el sitio exacto y el jarrón queda completo de nuevo, pero ... ¿entero? no ... siempre faltará algún trocito que no lograste recuperar y aquellas cicatrices serán tan visibles que pese a ser tu favorito; llegas a la conclusión que solo resta echarle a la basura.  Pues su patética fealdad ¡te duele!

Ocasional, siento eso con mi vida. Que pese a haberla reconstruido, algún trocito se quedó en la nada y esos huecos por insignificantes que sean permiten que pase el frío intenso de la tristeza y la melancolía. Que me susurran al oído en forma artera ¡que sola estás!  y la conciencia de ello me estremece y me hace temblar.

Otras veces, en que al observar un amanecer glorioso dónde la aurora le abre paso al sol, quisiera tener al lado un rostro amigo dónde esa luz de la aurora dibujara el mismo amanecer . O ese ocaso que me llena de sentimientos encontrados,  que pudiese comentarlo y discutir si sus colores de agonía son rojo u oro. Y compartir su belleza al morir al horizonte.

Pero...venga, ¡lo pasado pisado! dice el refrán. Veamos si en este ocaso mío, aún queda material para construir algo que sea digno de vivirse

Malusa