Ocasional, cuando vuelas alto y lejos
te percatas de que existen cadenas,
cadenas que te atan a miles de cosas.
Al recuerdo, a la añoranza,
a esos momentos que llenan de luz
la cotideaneidad de los días normales.
Piensas en esos momentos
en que la rutina diaria te hace soñar
encontrarte a lomos de un camello en el Sahara,
a bordo de una góndola en Venecia,
o simplemente recorriendo lento ...
el paisaje mágico de Hierbe el Agua,
las cascadas petrificadas de Oaxaca.
Y cuando estás recorriendo esa senda...
anhelas aquella llamada...
aquella tarde sin hacer nada.
El encontrarte en la Talacha
regando y recogiendo hojarasca ,
sin más compañía que el sonido del viento,
el trinar de los pajarillos
y alguna ardilla descarada
que parece preguntarte: ¿que haces?
Es entonces cuando caes en cuenta,
que no importa dónde vayas
o que tan lejos vueles
tu sentir no se queda atrás...
siempre va contigo.
Malusa
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