domingo, noviembre 05, 2006

SOBRE LA CARIDAD AMENAZADA


Un tiempo atrás, mi mujer ayudó a un turista suizo en la zona de Ipanema, que decía haber sido víctima de ladronzuelos. Hablando un pésimo portugués con acento extranjero, afirmó estar sin pasaporte, dinero o lugar para dormir.
Mi mujer le pagó un almuerzo y le dio el dinero necesario para que pudiera pasar la noche en un hotel hasta ponerse en contacto con su embajada, y se fue. Días después, un diario de la ciudad informaba que el tal "turista suizo" era en realidad un sinvergüenza muy creativo, que fingía un acento extranjero y abusaba de la buena fe de las personas que aman a Río de Janeiro y desean deshacer la imagen negativa - justa o injusta - que ha adquirido nuestra tarjeta postal.Al leer la noticia mi mujer se limitó a comentar: "eso no me impedirá seguir ayudando a quien pueda".
Su comentario me recordó la historia del sabio que, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.
Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.Uno de los hombres comentó:- ¿Es posible que además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!- Cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene - fue la respuesta del sabio
Coello

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